viernes, 27 de julio de 2012

Sufrir o disfrutar, simples estados mentales.

El budismo insiste en la reflexión sobre qué es la felicidad y qué es el sufrimiento, y en última instancia llega a la conclusión de que ambos son "estados mentales". "Las circunstancias externas en sí mismas no son la causa de nuestra felicidad o nuestro sufrimiento, desde el momento que una misma circunstancia puede ser origen de dolor para una persona y de placer, o simplemente indiferencia, para otra -explica Ribas-. Los problemas, las dificultades, no son más que sensaciones desagradables que sólo parten de la mente, de nuestra interpretación, de nuestros engaños. La felicidad, por otra parte, sólo puede surgir de la paz interior, y sin paz interior ninguna situación externa puede hacernos felices".



Efectivamente, no es difícil observar que en muchas ocasiones las mejores noticias, lejos de aportarnos la felicidad que esperábamos nos provocan ansiedad, nerviosismo, preocupaciones por la forma de afrontar la nueva situación, e incluso miedo -a perder el trabajo, la pareja o el gordo de la lotería que acabamos de conseguir. Por otra parte, la misma circunstancia (una pelea con nuestra pareja o en el trabajo, las malas notas de los hijos o una "decepción" con una amiga, tiene efectos diferentes según nos pilla con una relativa paz interior o una mente alterada. En un estado mental de nerviosismo, cansancio o preocupación cualquier pequeña contrariedad nos parece desproporcionada y prueba clara de nuestra "mala suerte", o la "mala racha", o cómo los planetas están en nuestra contra. Y sin embargo, cuando nos encontramos en calma todo se relativiza y somos más eficaces en la resolución del problema, porque no perdemos de vista nuestras prioridades: estar bien; que nuestra pareja esté bien; que nuestros hijos sean personas seguras de sí mismas y felices; que nuestra amiga resuelva sus problemas de la mejor manera. En un estado de calma o paz mental, casi siempre nuestras acciones y respuestas protegen esa paz mental y la mantienen.

Y sin embargo, no siempre lo hacemos así, sino que, por el contrario, nos permitimos reacciones que nos duelen más, hacen daño a los seres que queremos y boicotean hasta hacer muy difícil nuestro objetivo de estar bien.



"Esto es así porque necesitamos práctica y entrenamiento -explica Ribas-. Al igual que un atleta tiene que entrenarse, y nos preparamos y estudiamos para desarrollar una profesión, el budismo considera que la paz interna se favorece paulatinamente con la práctica de la meditación, que nos ayuda a la comprensión de la mente, que es donde residen todos nuestros estados, engañosos o no".

Según el budismo, la raíz de todos nuestros males reside en los engaños. "Los engaños son percepciones distorsionadas de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea, como un espejo defectuoso que no refleja la realidad", explica Ivan. "Por ejemplo, cuando nos enfadamos, sólo vemos los aspectos negativos de la persona o situación que supuestamente "nos produce" el enfado. Al igual ocurre con la confusión y el apego, que constituyen las bases sobre las que se asientan otros muchos engaños (hasta 87 según el budismo) como los celos, la envidia, la codicia, etc."



El concepto del karma es muy importante en el budismo, tal como nos explica Ribas. "Todas nuestras acciones mentales dejan impresiones en nuestra mente. No produce los mismos efectos una mente de amor que una mente de odio, por eso es tan importante observar nuestros pensamientos y nuestras emociones, y no perder de vista nuestros objetivos de sabiduría y de paz. De esta manera iremos eliminando nuestros hábitos mentales insanos y nuestras reacciones contraproducentes y reafirmaremos otras más positivas y eficaces para la estabilidad de nuestra paz mental".

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