viernes, 27 de julio de 2012

"La felicidad es un estado mental que nos permite apreciar cualquier cosa".

Todo el mundo, sin excepción, aspira a ser feliz. Y sin embargo, por lo visto, nos perdemos en el camino. Las preocupaciones, la tristeza, la ansiedad, el miedo y las enfermedades psicosomáticas llenan nuestra vida y son como un toque de atención que nos avisa de que algo estamos haciendo mal. ¿Es tan difícil ser feliz? ¿Es imposible mantener la sonrisa en el rostro y la paz interior de una forma prolongada? El budismo nos dice que no, que la fuente de la felicidad ya está dentro de cada uno de nosotros y que sólo hay que abrirle la puerta y dejarla deslumbrarnos.


¿Quién no aspira a la felicidad como objetivo prioritario en la vida? Se supone que todos los objetivos, planes y proyectos que nos marcamos en la vida los hacemos porque creemos que nos permitirán vivir bien y ser felices. Estudiamos para tener una cierta preparación que nos permita obtener un trabajo en el futuro que nos guste, o que nos aporte un buen salario. Buscamos una pareja, nos rodeamos de amistades, creamos una familia. Viajamos, decoramos nuestra casa y consumimos productos que nos prometen la felicidad. No hay cosa que no hagamos, presuntamente, porque nos ayudará a estar mejor, a corto, medio o largo plazo. Las prioridades cambian según las personas, pero el objetivo es el mismo: vivir la vida que más nos gusta vivir.


Todo el mundo aspira a la felicidad, y sin embargo, pocas personas se atreverán a admitir que lo son de manera permanente. A lo sumo, reconocemos esporádicos momentos fugaces de felicidad. Y en muchos casos, escucharemos que la felicidad permanente simplemente no existe.


Y sin embargo, existen tradiciones milenarias que lo ven de otra manera, entre ellas el budismo, que plantea la idea de que todos los seres tienen un deseo innato de acercarse a la felicidad y evitar el sufrimiento, y si no conseguimos nuestro objetivo es simplemente porque "desconocemos las causas de la felicidad, así como las causas del sufrimiento".


En otras palabras, la infelicidad es una mera consecuencia de la ignorancia.

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