Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
– Te pagaré la deuda con sus intereses; – le dijo – antes de la cosecha, te doy mi palabra.
Mas la hormiga no es nada generosa, y este es su menor defecto. Y le preguntó a la cigarra:
– ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
– Cantaba noche y día libremente – respondió la despreocupada cigarra.
– ¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces amiga cigarra te habrás dado cuenta que tu vida no es solo cantar y bailar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario