Muchas veces se considera que Jung exploró temáticas ligadas al desarrollo en la segunda mitad de la vida, que Freud por el contrario se dedicó a estudiar el desarrollo temprano aunque lo hiciera en base a sus experiencias clínicas con adultos en términos reconstructivos y que Reich por último se centró en el cuerpo y la corporalidad. Pocas veces se han intentado establecer algunas similitudes entre las concepciones teóricas de estos tres grandes investigadores en el campo de la psicoterapia. Incluso se pudiera llegar a preguntar si acaso tales semejanzas realmente existen. Aquí, mostraremos que se puede encontrar al menos una idea que, en efecto, une las perspectivas de Jung, Freud y Reich y que, más allá, los liga con los hallazgos recientes de la investigación neurobiológica contemporánea.
La idea que deseamos destacar guarda relación con las bases de la personalidad y, más específicamente, con la naturaleza primaria del yo tanto en los estadios tempranos del desarrollo psíquico como en los estadios posteriores de la adultez. En este contexto, entendemos al yo como concepto que hace referencia a la experiencia que el individuo tiene de sí mismo como portador de una identidad más o menos continua e integrada.
En sus estudios iniciales acerca de los complejos y la psicosis, Jung (1907) afirmó que el “yo es la expresión psicológica de la combinación estrechamente asociada de todas las sensaciones del cuerpo” (p. 36, cursiva del original). Con ello, planteó que la identidad personal se constituye a partir de sensaciones somáticas. Asimismo, en cierto sentido implicó que un yo integrado tendría su fundamento en la combinación de todas las sensaciones corporales, desprendiéndose que una perturbación de aquellos procesos involucrados en combinarlas en su totalidad traería consigo una perturbación paralela del yo. En sus seminarios sobre el libro Así hablaba Zaratustra de Nietzsche, Jung (1988 [1934-1939]) reflexionó acerca de que la concepción de Nietzsche de que el alma es un mero derivado del cuerpo “es cierta en cuanto somos incapaces de establecer algún fenómeno psíquico sin la ayuda del cuerpo, sin la ayuda de la conexión con cosas físicas” (p. 362).
Freud (1923), por su parte, ya en su madurez se dedicó a estudiar el yo y sus orígenes en El yo y el ello. En este escrito, Freud describe con claridad que el yo representa una diferenciación del ello debida al contacto del organismo con el mundo externo. Dicho de otro modo, el yo surge a partir del encuentro de los procesos pulsionales englobados en la noción del ello con la realidad exterior.
Los procesos característicos del ello son, por supuesto, de carácter primordialmente corporal, quedando al descubierto que el origen del yo es en esencia somático. Freud agrega, desde la perspectiva del desarrollo psicológico, que el “yo es, ante todo, un yo corporal” (p. 20, cursiva del original). De acuerdo al punto de vista actual de Krueger (2002), cuando Freud visualizó al yo como yo corporal, “el psicoanálisis estaba basado en el cuerpo, sus pulsiones y sus eventos corporales entendidos como fundamentales para la organización de la experiencia” (p. xi).
Hasta donde alcanzan mis conocimientos, Reich nunca definió el yo en sus propios términos sino que utilizó, al menos durante su período psicoanalítico, la definición formulada por Freud. Curiosamente, su exclusión de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1934 estuvo vinculada a su intento de incorporar el cuerpo del paciente de manera práctica en el trabajo psicoterapéutico, una tentativa que podría haberse justificado sin mayores dificultades en términos conceptuales en base a la definición freudiana del yo como yo corporal. Con posterioridad, Reich (1942, 1945 [1933]) supuso de modo consecuente que todo fenómeno humano siempre implica tanto una expresión somática como una correlativa manifestación psíquica, una concepción que quedó plasmada en su principio de la identidad funcional de mente y cuerpo. Por lo tanto, también el yo en cuanto experiencia humana involucra una faceta corporal y una faceta psicológica. Con todo, siguiendo a Reich, el fundamento primordial de la personalidad era biológico y, en ese sentido, somático −el yo es, así, un hecho psíquico con raíces en el funcionamiento del cuerpo del individuo. Y, para Reich, siempre estuvo claro que las perturbaciones del funcionamiento corporal se expresan inevitablemente en trastornos del funcionamiento psíquico.
A la luz de lo que hemos expuesto, queda de manifiesto que la idea básica de que el yo está constituido en primera instancia por procesos corporales es una noción compartida por Jung, Freud y Reich. Por supuesto, cada uno de ellos empleó este concepto de forma diferente, destacando Reich como el investigador que hizo un mayor hincapié en la relación entre yo y cuerpo a lo largo de gran parte de su obra y, en especial, en el marco del trabajo psicoterapéutico. Sin embargo, para los tres teóricos mencionados el cuerpo ocupó un lugar de gran relevancia desde el punto de vista de las bases de la personalidad. Aunque Jung no resaltó muchas veces esta circunstancia de modo explícito, su concepto del inconsciente colectivo como fundamento general de la personalidad incluyó la idea de que existen disposiciones psíquicas compartidas por la especie humana que son, en ese mismo sentido, heredadas en las estructuras cerebrales características de la especie humana. Para Freud, el énfasis en la enorme relevancia de la sexualidad siempre supuso, al menos implícitamente, un foco en fenómenos considerados de naturaleza psíquica pero que, en última instancia, corresponden a procesos que remiten a y transcurren en el cuerpo.
La idea que hemos descrito como noción que une en alguna medida el pensamiento de Jung, Freud y Reich es una idea tremendamente actual cuando la
contemplamos en el contexto de los avances de los que hemos sido testigos en el campo de la neurobiología en las últimas décadas. Partiendo de sus investigaciones con pacientes con lesiones neurológicas Damasio (1994, 2000), en particular, ha enfatizado que la identidad personal se construye a partir de y está anclada en una representación basal continua y no consciente del estado del cuerpo. Asevera que sus estudios han estado indicando hacia “la posibilidad de que la parte de la mente que denominamos self se base, biológicamente hablando, en una serie de patrones neurales no conscientes que representan la parte del organismo que llamamos cuerpo propiamente tal” (2000, p. 154, cursiva del original). Al igual que hemos mencionado en torno a las ideas de Jung, Freud y Reich, el trabajo de Damasio muestra que las perturbaciones existentes en relación con la posibilidad de representación óptima del estado somático del individuo traen consigo consecuencias a menudo graves en relación con el funcionamiento psicológico. De esta manera, podemos tal vez suponer que, sin pretenderlo, Jung, Freud y Reich se adelantaron en sus reflexiones teóricas ligadas a las bases corporales del yo a un aspecto que en la actualidad es considerado central en el pensamiento neurobiológico contemporáneo acerca del self.
Referencias
Damasio, A. (1994). El error de Descartes: La razón de las emociones. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Damasio, A. (2000). Sentir lo que sucede: Cuerpo y emoción en la fábrica de la consciencia. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Freud, S. (1923). El yo y el ello. En S. Freud, El yo y el ello (pp. 7-51). Madrid: Alianza Editorial.
Jung, C. G. (1907). Psicología de la demencia precoz. Barcelona: Paidós.
Jung, C. G. (1988 [1934-1939]). Nietzsche´s Zarathustra: Notes of the seminar given in 1934-1939. Princeton: Princeton University Press.
Krueger, D. (2002). Integrating Body Self and Psychological Self: Creating a New Story in Psychoanalysis and Psychotherapy. New York: Brunner-Routledge.
Reich, W. (1942). The Function of the Orgasm: Sex-Economic Problems of Biological Energy. London: Souvenir Press.
Reich, W. (1945 [1933]). Análisis del carácter. Barcelona: Paidós.
Freud (1923), por su parte, ya en su madurez se dedicó a estudiar el yo y sus orígenes en El yo y el ello. En este escrito, Freud describe con claridad que el yo representa una diferenciación del ello debida al contacto del organismo con el mundo externo. Dicho de otro modo, el yo surge a partir del encuentro de los procesos pulsionales englobados en la noción del ello con la realidad exterior.
Los procesos característicos del ello son, por supuesto, de carácter primordialmente corporal, quedando al descubierto que el origen del yo es en esencia somático. Freud agrega, desde la perspectiva del desarrollo psicológico, que el “yo es, ante todo, un yo corporal” (p. 20, cursiva del original). De acuerdo al punto de vista actual de Krueger (2002), cuando Freud visualizó al yo como yo corporal, “el psicoanálisis estaba basado en el cuerpo, sus pulsiones y sus eventos corporales entendidos como fundamentales para la organización de la experiencia” (p. xi).
Hasta donde alcanzan mis conocimientos, Reich nunca definió el yo en sus propios términos sino que utilizó, al menos durante su período psicoanalítico, la definición formulada por Freud. Curiosamente, su exclusión de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1934 estuvo vinculada a su intento de incorporar el cuerpo del paciente de manera práctica en el trabajo psicoterapéutico, una tentativa que podría haberse justificado sin mayores dificultades en términos conceptuales en base a la definición freudiana del yo como yo corporal. Con posterioridad, Reich (1942, 1945 [1933]) supuso de modo consecuente que todo fenómeno humano siempre implica tanto una expresión somática como una correlativa manifestación psíquica, una concepción que quedó plasmada en su principio de la identidad funcional de mente y cuerpo. Por lo tanto, también el yo en cuanto experiencia humana involucra una faceta corporal y una faceta psicológica. Con todo, siguiendo a Reich, el fundamento primordial de la personalidad era biológico y, en ese sentido, somático −el yo es, así, un hecho psíquico con raíces en el funcionamiento del cuerpo del individuo. Y, para Reich, siempre estuvo claro que las perturbaciones del funcionamiento corporal se expresan inevitablemente en trastornos del funcionamiento psíquico.
A la luz de lo que hemos expuesto, queda de manifiesto que la idea básica de que el yo está constituido en primera instancia por procesos corporales es una noción compartida por Jung, Freud y Reich. Por supuesto, cada uno de ellos empleó este concepto de forma diferente, destacando Reich como el investigador que hizo un mayor hincapié en la relación entre yo y cuerpo a lo largo de gran parte de su obra y, en especial, en el marco del trabajo psicoterapéutico. Sin embargo, para los tres teóricos mencionados el cuerpo ocupó un lugar de gran relevancia desde el punto de vista de las bases de la personalidad. Aunque Jung no resaltó muchas veces esta circunstancia de modo explícito, su concepto del inconsciente colectivo como fundamento general de la personalidad incluyó la idea de que existen disposiciones psíquicas compartidas por la especie humana que son, en ese mismo sentido, heredadas en las estructuras cerebrales características de la especie humana. Para Freud, el énfasis en la enorme relevancia de la sexualidad siempre supuso, al menos implícitamente, un foco en fenómenos considerados de naturaleza psíquica pero que, en última instancia, corresponden a procesos que remiten a y transcurren en el cuerpo.
La idea que hemos descrito como noción que une en alguna medida el pensamiento de Jung, Freud y Reich es una idea tremendamente actual cuando la
contemplamos en el contexto de los avances de los que hemos sido testigos en el campo de la neurobiología en las últimas décadas. Partiendo de sus investigaciones con pacientes con lesiones neurológicas Damasio (1994, 2000), en particular, ha enfatizado que la identidad personal se construye a partir de y está anclada en una representación basal continua y no consciente del estado del cuerpo. Asevera que sus estudios han estado indicando hacia “la posibilidad de que la parte de la mente que denominamos self se base, biológicamente hablando, en una serie de patrones neurales no conscientes que representan la parte del organismo que llamamos cuerpo propiamente tal” (2000, p. 154, cursiva del original). Al igual que hemos mencionado en torno a las ideas de Jung, Freud y Reich, el trabajo de Damasio muestra que las perturbaciones existentes en relación con la posibilidad de representación óptima del estado somático del individuo traen consigo consecuencias a menudo graves en relación con el funcionamiento psicológico. De esta manera, podemos tal vez suponer que, sin pretenderlo, Jung, Freud y Reich se adelantaron en sus reflexiones teóricas ligadas a las bases corporales del yo a un aspecto que en la actualidad es considerado central en el pensamiento neurobiológico contemporáneo acerca del self.
Referencias
Damasio, A. (1994). El error de Descartes: La razón de las emociones. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Damasio, A. (2000). Sentir lo que sucede: Cuerpo y emoción en la fábrica de la consciencia. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Freud, S. (1923). El yo y el ello. En S. Freud, El yo y el ello (pp. 7-51). Madrid: Alianza Editorial.
Jung, C. G. (1907). Psicología de la demencia precoz. Barcelona: Paidós.
Jung, C. G. (1988 [1934-1939]). Nietzsche´s Zarathustra: Notes of the seminar given in 1934-1939. Princeton: Princeton University Press.
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Reich, W. (1942). The Function of the Orgasm: Sex-Economic Problems of Biological Energy. London: Souvenir Press.
Reich, W. (1945 [1933]). Análisis del carácter. Barcelona: Paidós.