Psicólogo Social, Psicoterapeuta, Cocinero, Investigo la ciencia y mística de todo ser vivo, Realizando #RSE.
domingo, 20 de marzo de 2011
Miguel Rodríguez Candia y su obra social
Exponemos aquí algo de la vida y obra de Miguel Rodríguez Candia a quien la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad está ayudando para conseguir la compra de una ambulancia en apoyo de su obra social con los niños abandonados de las calles de Lima.
¿Quién es Miguel Rodríguez Candia y cuál es su obra social?
"Miguel Rodríguez dirigía una agencia de noticias en Lima y vivía feliz con su esposa y sus tres hijos disfrutando de bastantes comodidades. Sin embargo, la muerte de su hijo menor, de tan solo seis meses, cambió radicalmente su vida y la de muchos niños que vivían en las calles de la capital peruana. Esta triste pérdida le hizo mirar con otros ojos a los niños abandonados ya que "ellos tenían vida aunque no tuvieran dinero".
Desde entonces, Miguel Rodríguez dedica su vida a acoger niños que viven en las calles de Lima en una "gran casa", llamada Sagrada Familia, en la que viven hoy en día casi 550 niños".
(Tema de la semana. Iglesia Córdoba nº 88, del 14/01/07).
En realidad, la cifra de niños acogidos llega, al día de hoy, a 636 niños, y está continuamente aumentando.
A continuación se transcriben algunos párrafos de un reportaje de Credibank magazine.
"A mi hijo le dio un ataque cardíaco y lo reanimaron, estuvo bien, pero le duró tres minutos, me miró, me sonrió, le dio uno fulminante y falleció. Toda mi arrogancia se desinfló en ese segundo, el hecho de tener y no tener mucho. Eso hizo que cambiara mi actitud de vida. Cuando salí del hospital me encontré con niños de la calle, pedían asistencia médica, no los atendían, estaban muy sucios, olían mal, eran niños de nadie y no tenían dos soles para pagar, porque seguramente se lo gastaron en consumir terokal. Ahí me di cuenta que ellos realmente estaban abrazos a Dios y que vivían colgados no de un hilo invisible como el de nosotros, sino de una soga, bien atados a él. Me dio una lección de amor, un amor de padre impresionante, ellos podían vivir, Dios se llevó al mío, seguramente lo necesitaba más que yo.
Empecé a llevarles comida, medicinas, me volví una persona distinta con un compromiso limitado, yo iba a mi trabajo y por las noches estaba con ellos...
En un momento cuatro niños me dicen: ya no quiero estar en la calle, quiero irme a vivir contigo, tú eres buena gente; entonces la flaqueza del ser humano me hizo decir que no, pensé, un momento, mi compromiso es dar comida, pero no llevarlos a vivir conmigo... entonces me compliqué la vida hasta que uno de ellos lloró y me dijo "yo ya no quiero más la calle, yo quiero estar contigo".
Me los llevé a los cuatro, fue la noche, quizás, la primera noche más feliz de mi vida, ni mi matrimonio ni nada había sido tan precioso, sentí que no caminaba, volaba con ellos. Llegamos a la casa, cenamos, me maté de risa con sus historias, al día siguiente me levanté y no los encontré, se habían ido.
Yo también me decía por qué y empecé a preguntar al "flaco" (Jesucristo), qué pasó, me das un caramelo y me lo quitas, yo quiero hacer algo, pero si tú no quieres, pues yo ya no hago nada. Decidí no ir a la calle, decidí volver a mi trabajo, decidí volver a ser un cristiano normal y como consecuencia de eso en la noche leyendo mi periódico, llaman a la puerta y eran los cuatro niños, meten la cabecita y me dicen: "oye, hemos vuelto", con una paciencia total y absoluta. Yo estaba con ira, con coraje, retrocedí y les pregunté qué había pasado, me dicen: fuimos a buscar a nuestros amigos porque también quieren vivir en una casa; saco la cabeza y había ocho enanos más, una lección de amor de estos niños.
... Decidimos vender la casa y nos vinimos acá, a este arenal. Hice mi primera casita, en la que ahora está el taller de carpintería y ya no éramos 12, sino 20, 25, 30, vendí el carro, vendí todo lo que tenía, ya que no había nada más, entonces me dije voy a terminar vendiéndome yo, qué hacemos, y empezamos a hacer nuestros primeros negocios. Intentando salir del apuro hicimos tortas de cumpleños, yo nunca antes lo había hecho en mi vida, pero aprendí, empezamos a hacer pan en latas, hacíamos todo lo que podíamos, lo vendíamos y nos dimos cuenta de que éramos capaces de muchas cosas...
Yo siempre he sido un cristiano, pero antes era un cristiano sin trabajo, sin "chamba", esto porque iba a misa, me sentía bien y estaba muy preocupado en hacer mis reuniones cristianas con mis amigos en mi casa para orar un ratito y después tomar un vinito, pero yo creo que Dios y sus caminos tienen cosas para cada uno de nosotros"...
En la Comunidad Sagrada Familia sólo aceptan niños desde los dos años hasta los 16 como máximo: "Hasta esa edad tenemos que formarlos en carpintería, panadería, cerámica y, además, buscarles empleo". Una vez cumplidos los 16 años, los jóvenes deben abandonar la comunidad e irse a vivir solos. Ellos no podrán en los siguientes tres meses volver, ni siquiera de visita, esto para demostrar que están saliendo adelante.
En el difícil camino que tomó Miguel nunca deja de encontrar obstáculos, que no son más que pruebas de su fe y firmeza: "Dudo muchas veces y he recibido impresionantes lecciones de amor de estos niños. Hace años decidí cerrar la casa porque no teníamos ni para comer, no teníamos absolutamente nada, yo estaba en la calle y reuní a todos los niños y les dije: no tengo nada para darles, ya no hay comida, no hay ropa, no tenemos nada y yo me voy con mi familia, llévense todo lo que tenemos aquí, frazadas, colchones, ollas, vasos, llévenselo todo, déjenme tranquilo con mi vida, ya no doy más. Los pobres salieron de la casa agarraron lo que pudieron, todos cabizbajos, éramos como 40 ó 50. Cerca de las 12 ó 1 de la mañana desesperado abro la puerta y ahí estaban todos a la intemperie, aquí hace un frío atroz a esa hora, estaban sentados con todo lo que les había dado, abrí la puerta y empezaron a entrar, yo no aguanto esas cosas, imagínate, es una lección fenomenal. La última que me pasó fue cuando sentí que esto ya no daba más, estaba mal, encima me tuve que hacer operar y uno de los niños se para y me dice: profe, hay una solución acá, todavía sonriendo: ¿y el "flaco", te has olvidado de él?"
Los niños se levantan muy temprano, más o menos a las 5:30 h. ó 6:00 h., para salir a vender el pan que otro grupo de niños ya trabajó por la noche. A las 7:00 h. tomamos el desayuno: leche con un bollo de pan. Luego limpiamos la Casa. A medio día almorzamos lo que buenamente tengamos, por ejemplo, arroz con lentejas. Por la tarde, van al colegio, después entran en los talleres y juegan. Por la noche, después de tomar una infusión con pan, nos reunimos y hablamos del "Flaco", de la opción que, hoy en día, nos ha dado para mirar su creación, para ver todo lo que Él ha hecho
http://www.sagradafamilia.org.pe/cayudar.html
Miguel Rodríguez Candia y su obra social
Exponemos aquí algo de la vida y obra de Miguel Rodríguez Candia a quien la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad está ayudando para conseguir la compra de una ambulancia en apoyo de su obra social con los niños abandonados de las calles de Lima.
¿Quién es Miguel Rodríguez Candia y cuál es su obra social?
"Miguel Rodríguez dirigía una agencia de noticias en Lima y vivía feliz con su esposa y sus tres hijos disfrutando de bastantes comodidades. Sin embargo, la muerte de su hijo menor, de tan solo seis meses, cambió radicalmente su vida y la de muchos niños que vivían en las calles de la capital peruana. Esta triste pérdida le hizo mirar con otros ojos a los niños abandonados ya que "ellos tenían vida aunque no tuvieran dinero".
Desde entonces, Miguel Rodríguez dedica su vida a acoger niños que viven en las calles de Lima en una "gran casa", llamada Sagrada Familia, en la que viven hoy en día casi 550 niños".
(Tema de la semana. Iglesia Córdoba nº 88, del 14/01/07).
En realidad, la cifra de niños acogidos llega, al día de hoy, a 636 niños, y está continuamente aumentando.
A continuación se transcriben algunos párrafos de un reportaje de Credibank magazine.
"A mi hijo le dio un ataque cardíaco y lo reanimaron, estuvo bien, pero le duró tres minutos, me miró, me sonrió, le dio uno fulminante y falleció. Toda mi arrogancia se desinfló en ese segundo, el hecho de tener y no tener mucho. Eso hizo que cambiara mi actitud de vida. Cuando salí del hospital me encontré con niños de la calle, pedían asistencia médica, no los atendían, estaban muy sucios, olían mal, eran niños de nadie y no tenían dos soles para pagar, porque seguramente se lo gastaron en consumir terokal. Ahí me di cuenta que ellos realmente estaban abrazos a Dios y que vivían colgados no de un hilo invisible como el de nosotros, sino de una soga, bien atados a él. Me dio una lección de amor, un amor de padre impresionante, ellos podían vivir, Dios se llevó al mío, seguramente lo necesitaba más que yo.
Empecé a llevarles comida, medicinas, me volví una persona distinta con un compromiso limitado, yo iba a mi trabajo y por las noches estaba con ellos...
En un momento cuatro niños me dicen: ya no quiero estar en la calle, quiero irme a vivir contigo, tú eres buena gente; entonces la flaqueza del ser humano me hizo decir que no, pensé, un momento, mi compromiso es dar comida, pero no llevarlos a vivir conmigo... entonces me compliqué la vida hasta que uno de ellos lloró y me dijo "yo ya no quiero más la calle, yo quiero estar contigo".
Me los llevé a los cuatro, fue la noche, quizás, la primera noche más feliz de mi vida, ni mi matrimonio ni nada había sido tan precioso, sentí que no caminaba, volaba con ellos. Llegamos a la casa, cenamos, me maté de risa con sus historias, al día siguiente me levanté y no los encontré, se habían ido.
Yo también me decía por qué y empecé a preguntar al "flaco" (Jesucristo), qué pasó, me das un caramelo y me lo quitas, yo quiero hacer algo, pero si tú no quieres, pues yo ya no hago nada. Decidí no ir a la calle, decidí volver a mi trabajo, decidí volver a ser un cristiano normal y como consecuencia de eso en la noche leyendo mi periódico, llaman a la puerta y eran los cuatro niños, meten la cabecita y me dicen: "oye, hemos vuelto", con una paciencia total y absoluta. Yo estaba con ira, con coraje, retrocedí y les pregunté qué había pasado, me dicen: fuimos a buscar a nuestros amigos porque también quieren vivir en una casa; saco la cabeza y había ocho enanos más, una lección de amor de estos niños.
... Decidimos vender la casa y nos vinimos acá, a este arenal. Hice mi primera casita, en la que ahora está el taller de carpintería y ya no éramos 12, sino 20, 25, 30, vendí el carro, vendí todo lo que tenía, ya que no había nada más, entonces me dije voy a terminar vendiéndome yo, qué hacemos, y empezamos a hacer nuestros primeros negocios. Intentando salir del apuro hicimos tortas de cumpleños, yo nunca antes lo había hecho en mi vida, pero aprendí, empezamos a hacer pan en latas, hacíamos todo lo que podíamos, lo vendíamos y nos dimos cuenta de que éramos capaces de muchas cosas...
Yo siempre he sido un cristiano, pero antes era un cristiano sin trabajo, sin "chamba", esto porque iba a misa, me sentía bien y estaba muy preocupado en hacer mis reuniones cristianas con mis amigos en mi casa para orar un ratito y después tomar un vinito, pero yo creo que Dios y sus caminos tienen cosas para cada uno de nosotros"...
En la Comunidad Sagrada Familia sólo aceptan niños desde los dos años hasta los 16 como máximo: "Hasta esa edad tenemos que formarlos en carpintería, panadería, cerámica y, además, buscarles empleo". Una vez cumplidos los 16 años, los jóvenes deben abandonar la comunidad e irse a vivir solos. Ellos no podrán en los siguientes tres meses volver, ni siquiera de visita, esto para demostrar que están saliendo adelante.
En el difícil camino que tomó Miguel nunca deja de encontrar obstáculos, que no son más que pruebas de su fe y firmeza: "Dudo muchas veces y he recibido impresionantes lecciones de amor de estos niños. Hace años decidí cerrar la casa porque no teníamos ni para comer, no teníamos absolutamente nada, yo estaba en la calle y reuní a todos los niños y les dije: no tengo nada para darles, ya no hay comida, no hay ropa, no tenemos nada y yo me voy con mi familia, llévense todo lo que tenemos aquí, frazadas, colchones, ollas, vasos, llévenselo todo, déjenme tranquilo con mi vida, ya no doy más. Los pobres salieron de la casa agarraron lo que pudieron, todos cabizbajos, éramos como 40 ó 50. Cerca de las 12 ó 1 de la mañana desesperado abro la puerta y ahí estaban todos a la intemperie, aquí hace un frío atroz a esa hora, estaban sentados con todo lo que les había dado, abrí la puerta y empezaron a entrar, yo no aguanto esas cosas, imagínate, es una lección fenomenal. La última que me pasó fue cuando sentí que esto ya no daba más, estaba mal, encima me tuve que hacer operar y uno de los niños se para y me dice: profe, hay una solución acá, todavía sonriendo: ¿y el "flaco", te has olvidado de él?"
Los niños se levantan muy temprano, más o menos a las 5:30 h. ó 6:00 h., para salir a vender el pan que otro grupo de niños ya trabajó por la noche. A las 7:00 h. tomamos el desayuno: leche con un bollo de pan. Luego limpiamos la Casa. A medio día almorzamos lo que buenamente tengamos, por ejemplo, arroz con lentejas. Por la tarde, van al colegio, después entran en los talleres y juegan. Por la noche, después de tomar una infusión con pan, nos reunimos y hablamos del "Flaco", de la opción que, hoy en día, nos ha dado para mirar su creación, para ver todo lo que Él ha hecho
¿Quién es Miguel Rodríguez Candia y cuál es su obra social?
"Miguel Rodríguez dirigía una agencia de noticias en Lima y vivía feliz con su esposa y sus tres hijos disfrutando de bastantes comodidades. Sin embargo, la muerte de su hijo menor, de tan solo seis meses, cambió radicalmente su vida y la de muchos niños que vivían en las calles de la capital peruana. Esta triste pérdida le hizo mirar con otros ojos a los niños abandonados ya que "ellos tenían vida aunque no tuvieran dinero".
Desde entonces, Miguel Rodríguez dedica su vida a acoger niños que viven en las calles de Lima en una "gran casa", llamada Sagrada Familia, en la que viven hoy en día casi 550 niños".
(Tema de la semana. Iglesia Córdoba nº 88, del 14/01/07).
En realidad, la cifra de niños acogidos llega, al día de hoy, a 636 niños, y está continuamente aumentando.
A continuación se transcriben algunos párrafos de un reportaje de Credibank magazine.
"A mi hijo le dio un ataque cardíaco y lo reanimaron, estuvo bien, pero le duró tres minutos, me miró, me sonrió, le dio uno fulminante y falleció. Toda mi arrogancia se desinfló en ese segundo, el hecho de tener y no tener mucho. Eso hizo que cambiara mi actitud de vida. Cuando salí del hospital me encontré con niños de la calle, pedían asistencia médica, no los atendían, estaban muy sucios, olían mal, eran niños de nadie y no tenían dos soles para pagar, porque seguramente se lo gastaron en consumir terokal. Ahí me di cuenta que ellos realmente estaban abrazos a Dios y que vivían colgados no de un hilo invisible como el de nosotros, sino de una soga, bien atados a él. Me dio una lección de amor, un amor de padre impresionante, ellos podían vivir, Dios se llevó al mío, seguramente lo necesitaba más que yo.
Empecé a llevarles comida, medicinas, me volví una persona distinta con un compromiso limitado, yo iba a mi trabajo y por las noches estaba con ellos...
En un momento cuatro niños me dicen: ya no quiero estar en la calle, quiero irme a vivir contigo, tú eres buena gente; entonces la flaqueza del ser humano me hizo decir que no, pensé, un momento, mi compromiso es dar comida, pero no llevarlos a vivir conmigo... entonces me compliqué la vida hasta que uno de ellos lloró y me dijo "yo ya no quiero más la calle, yo quiero estar contigo".
Me los llevé a los cuatro, fue la noche, quizás, la primera noche más feliz de mi vida, ni mi matrimonio ni nada había sido tan precioso, sentí que no caminaba, volaba con ellos. Llegamos a la casa, cenamos, me maté de risa con sus historias, al día siguiente me levanté y no los encontré, se habían ido.
Yo también me decía por qué y empecé a preguntar al "flaco" (Jesucristo), qué pasó, me das un caramelo y me lo quitas, yo quiero hacer algo, pero si tú no quieres, pues yo ya no hago nada. Decidí no ir a la calle, decidí volver a mi trabajo, decidí volver a ser un cristiano normal y como consecuencia de eso en la noche leyendo mi periódico, llaman a la puerta y eran los cuatro niños, meten la cabecita y me dicen: "oye, hemos vuelto", con una paciencia total y absoluta. Yo estaba con ira, con coraje, retrocedí y les pregunté qué había pasado, me dicen: fuimos a buscar a nuestros amigos porque también quieren vivir en una casa; saco la cabeza y había ocho enanos más, una lección de amor de estos niños.
... Decidimos vender la casa y nos vinimos acá, a este arenal. Hice mi primera casita, en la que ahora está el taller de carpintería y ya no éramos 12, sino 20, 25, 30, vendí el carro, vendí todo lo que tenía, ya que no había nada más, entonces me dije voy a terminar vendiéndome yo, qué hacemos, y empezamos a hacer nuestros primeros negocios. Intentando salir del apuro hicimos tortas de cumpleños, yo nunca antes lo había hecho en mi vida, pero aprendí, empezamos a hacer pan en latas, hacíamos todo lo que podíamos, lo vendíamos y nos dimos cuenta de que éramos capaces de muchas cosas...
Yo siempre he sido un cristiano, pero antes era un cristiano sin trabajo, sin "chamba", esto porque iba a misa, me sentía bien y estaba muy preocupado en hacer mis reuniones cristianas con mis amigos en mi casa para orar un ratito y después tomar un vinito, pero yo creo que Dios y sus caminos tienen cosas para cada uno de nosotros"...
En la Comunidad Sagrada Familia sólo aceptan niños desde los dos años hasta los 16 como máximo: "Hasta esa edad tenemos que formarlos en carpintería, panadería, cerámica y, además, buscarles empleo". Una vez cumplidos los 16 años, los jóvenes deben abandonar la comunidad e irse a vivir solos. Ellos no podrán en los siguientes tres meses volver, ni siquiera de visita, esto para demostrar que están saliendo adelante.
En el difícil camino que tomó Miguel nunca deja de encontrar obstáculos, que no son más que pruebas de su fe y firmeza: "Dudo muchas veces y he recibido impresionantes lecciones de amor de estos niños. Hace años decidí cerrar la casa porque no teníamos ni para comer, no teníamos absolutamente nada, yo estaba en la calle y reuní a todos los niños y les dije: no tengo nada para darles, ya no hay comida, no hay ropa, no tenemos nada y yo me voy con mi familia, llévense todo lo que tenemos aquí, frazadas, colchones, ollas, vasos, llévenselo todo, déjenme tranquilo con mi vida, ya no doy más. Los pobres salieron de la casa agarraron lo que pudieron, todos cabizbajos, éramos como 40 ó 50. Cerca de las 12 ó 1 de la mañana desesperado abro la puerta y ahí estaban todos a la intemperie, aquí hace un frío atroz a esa hora, estaban sentados con todo lo que les había dado, abrí la puerta y empezaron a entrar, yo no aguanto esas cosas, imagínate, es una lección fenomenal. La última que me pasó fue cuando sentí que esto ya no daba más, estaba mal, encima me tuve que hacer operar y uno de los niños se para y me dice: profe, hay una solución acá, todavía sonriendo: ¿y el "flaco", te has olvidado de él?"
Los niños se levantan muy temprano, más o menos a las 5:30 h. ó 6:00 h., para salir a vender el pan que otro grupo de niños ya trabajó por la noche. A las 7:00 h. tomamos el desayuno: leche con un bollo de pan. Luego limpiamos la Casa. A medio día almorzamos lo que buenamente tengamos, por ejemplo, arroz con lentejas. Por la tarde, van al colegio, después entran en los talleres y juegan. Por la noche, después de tomar una infusión con pan, nos reunimos y hablamos del "Flaco", de la opción que, hoy en día, nos ha dado para mirar su creación, para ver todo lo que Él ha hecho
La comunidad de niños SAGRADA FAMILIA
http://www.sagradafamilia.org.pe/intalaciones.html
Actualmente viven 850 niños y niñas en la comunidad, creemos firmemente en la dignidad de la persona humana y es que así nos cimentamos en la generación de nuestros propios recursos.
Pero a su vez somos realistas y no podemos en este momento poder cubrir todas las necesidades de una familia un poquito grande con la que contamos, por ello la presencia de muchas personas amigas e instituciones nos permiten estar aun con vida y mucha esperanza en el presente y el futuro de nuestra comunidad.
La comunidad de niños SAGRADA FAMILIA es un esfuerzo de todos basado en el amor la fe y la esperanza en la utopía de Jesús.
Creemos en un hombre nuevo, por ello trabajamos tratando de hacer que el sueño de nuestros niños no muera en el intento, juntos lo podremos lograr, juntos podremos decir ... te amo..... mundo.
La comunidad esta dividida en pequeños módulos que albergan niños por edades.
Casa de infantes "Pujllal Huasi" Niños de 0a 5 años
Casa de pequeñas "Santa Dolores" 6 a 9 años
Casa de medianas "Arco Iris" 10 a 16 años
Casa de pequeños "Luis Miguel" 6 a 9 años
Casa de medianos "Madre coraje" de 10 a 16 años
Casa de reinserción "Nuestra Señora de Araceli" de 16 en adelante.
Las primeras cinco casa funcionan en la comunidad de zapallal y la ultima funciona en Ventanilla pues es la de reinserción donde ya los niños salen de la comunidad y se incorporan poco a poco a la sociedad.
En cada modulo existe una persona que les acompaña todo el día esta persona es conocida con el nombre de educadora, es algo así como una madre o padre sustituto, paralelo a ello se cuenta con una asistenta social, dos psicólogos y un personal de apoyo por cada modulo.
La comunidad a su vez cuenta con los maestros de los talleres quienes se encargan de enseñar y producir todo lo que se pueda para así salir de nuestra crisis constante.
Se cuenta con un medico y una dentista dentro de nuestro policlínico, que lo puede observar en otra ventana.
Nuestros niños van a los colegios cercanos de esta forma intentamos insertarlos de forma normal en la sociedad, solo los niños de 3 y 4 años pasan clases en nuestra misma comunidad.
Los alimentos luego de nuestra oración la recibimos todos juntos en un comedor bastante grande.
Nuestra vida siempre se desarrolla en la felicidad de saber que podemos hacerlo, y que aun tenemos tiempo pues estamos vivos.
La sonrisa de un niño dentro de nuestra casa es la entrada aun mundo mejor, esperamos contar con tu presencia algún día.
Cómo ayudar
Hay muchas maneras de ser solidario una de ellas es solo el pensar en los demás y ver a nuestro prójimo con una sonrisa, quizá esta sea la más difícil, pero es bueno hacerla a diario y el mundo será mejor, al menos nuestro mundo.
Por nuestra parte esperamos una mano solidaria que nos permita en este momento difícil poder salir adelante. Comprenderás que solventar la manutención (alimentos, vestido, vivienda, medicinas, servicios, educación) de nuestros mas de 250 niños es muy difícil, tenemos muchas formas de hacer realidad la solidaridad.
Ingrsen a la web para saber como puedes apoyar a esta noble labor de compromiso..... con los niños, niñas, adolescentes y jovenes de nuestro Peru ....
http://www.sagradafamilia.org.pe/intalaciones.html
Actualmente viven 850 niños y niñas en la comunidad, creemos firmemente en la dignidad de la persona humana y es que así nos cimentamos en la generación de nuestros propios recursos.
Pero a su vez somos realistas y no podemos en este momento poder cubrir todas las necesidades de una familia un poquito grande con la que contamos, por ello la presencia de muchas personas amigas e instituciones nos permiten estar aun con vida y mucha esperanza en el presente y el futuro de nuestra comunidad.
La comunidad de niños SAGRADA FAMILIA es un esfuerzo de todos basado en el amor la fe y la esperanza en la utopía de Jesús.
Creemos en un hombre nuevo, por ello trabajamos tratando de hacer que el sueño de nuestros niños no muera en el intento, juntos lo podremos lograr, juntos podremos decir ... te amo..... mundo.
La comunidad esta dividida en pequeños módulos que albergan niños por edades.
Casa de infantes "Pujllal Huasi" Niños de 0a 5 años
Casa de pequeñas "Santa Dolores" 6 a 9 años
Casa de medianas "Arco Iris" 10 a 16 años
Casa de pequeños "Luis Miguel" 6 a 9 años
Casa de medianos "Madre coraje" de 10 a 16 años
Casa de reinserción "Nuestra Señora de Araceli" de 16 en adelante.
Las primeras cinco casa funcionan en la comunidad de zapallal y la ultima funciona en Ventanilla pues es la de reinserción donde ya los niños salen de la comunidad y se incorporan poco a poco a la sociedad.
En cada modulo existe una persona que les acompaña todo el día esta persona es conocida con el nombre de educadora, es algo así como una madre o padre sustituto, paralelo a ello se cuenta con una asistenta social, dos psicólogos y un personal de apoyo por cada modulo.
La comunidad a su vez cuenta con los maestros de los talleres quienes se encargan de enseñar y producir todo lo que se pueda para así salir de nuestra crisis constante.
Se cuenta con un medico y una dentista dentro de nuestro policlínico, que lo puede observar en otra ventana.
Nuestros niños van a los colegios cercanos de esta forma intentamos insertarlos de forma normal en la sociedad, solo los niños de 3 y 4 años pasan clases en nuestra misma comunidad.
Los alimentos luego de nuestra oración la recibimos todos juntos en un comedor bastante grande.
Nuestra vida siempre se desarrolla en la felicidad de saber que podemos hacerlo, y que aun tenemos tiempo pues estamos vivos.
La sonrisa de un niño dentro de nuestra casa es la entrada aun mundo mejor, esperamos contar con tu presencia algún día.
Cómo ayudar
Hay muchas maneras de ser solidario una de ellas es solo el pensar en los demás y ver a nuestro prójimo con una sonrisa, quizá esta sea la más difícil, pero es bueno hacerla a diario y el mundo será mejor, al menos nuestro mundo.
Por nuestra parte esperamos una mano solidaria que nos permita en este momento difícil poder salir adelante. Comprenderás que solventar la manutención (alimentos, vestido, vivienda, medicinas, servicios, educación) de nuestros mas de 250 niños es muy difícil, tenemos muchas formas de hacer realidad la solidaridad.
Ingrsen a la web para saber como puedes apoyar a esta noble labor de compromiso..... con los niños, niñas, adolescentes y jovenes de nuestro Peru ....
http://www.sagradafamilia.org.pe/intalaciones.html
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