Olvídate de las recetas automáticas y de los atajos. Vivir con plenitud requiere un esfuerzo que debemos y podemos asumir día a día.
Todo añoramos ser felices, de eso no hay duda. Pero, ¿estamos dando lo mejor de nosotros para lograrlo?. Muchas veces la envidia o el resentimiento nos conduce a caminos equivocados que nos alejan de aquello que deseamos con toda nuestra alma.
El dolor es innato al ser humano, es parte de nuestro cuerpo. Simplemente por tener una mente, también hay tristeza, hay vuelos que hacer, hay momentos que estamos bajos de moral, es normal. Pero de ahí a sufrir, somos nosotros los que podemos marcar la diferencia. El sufrimiento no es innato al ser humano, y eso se aprende manejando la mente. Es un trabajo que tenemos que hacer y podemos hacer.
Ser felices con siete claves, no se puede. Nos viene mucho de los Estados Unidos, que te venden un cursillo de fin de semana, la ley de atracción, isla con eso has arreglado toda tu vida y ya es perfecta para siempre. Es un bonito sueño, pero no es real. Las cosas que valen la pena hay que trabajarlas y demandan un esfuerzo. Lo que viene tan fácil se va igual de fácil. Lo que uno trabaja con esfuerzo se queda para siempre. Al final es lo que vale la pena.
La felicidad es algo con el que debemos trabajar siempre. Es verdad que hay cosas que cada vez te cuestan un poco menos las charlas. Es como que va dando pasos, y una vez que liga de segundo grado, ya no vuelves al primero. Pero de ahí a decir se alivie a este nivel, entonces ya puedo echarme a dormir porque todo es perfecto, no es así, porque la vida nos sigue trayendo sorpresas, retos, y hacer frente a ello requiere esfuerzo, y requiere seguir trabajando a nuestro bienestar.
Lo natural en el ser humano es ser negativos. Vamos hacia la negatividad naturalmente, no porque queramos. Pero para pasar al optimismo y a la positividad, hace falta trabajar la mente. No es automático. Cuando éramos homínidos, el cerebro tenía ese sesgo negativo para sobrevivir, detectar las amenazas posibles para poder defenderse. Pero lo que ha ocurrido es que hemos ido evolucionando. Seguimos teniendo ese sesgo negativo, por lo que lo más natural es ser infeliz, ser feliz es el trabajo. Sin embargo, todo tenemos el deseo de ser feliz, sólo que en la marcha puede tomar caminos equivocados.
Por ejemplo, la envidia, envidiando mucho a lo que les va mejor que nosotros, según nos parece. No nos damos cuenta que esto nos trae mucho sufrimiento, porque no vamos a hacerle nada al otro, no podemos, no le vamos a aguar la fiesta, pero nosotros no generamos una cantidad de energía negativa terrible. El egocentrismo es otro, creer que el mundo gira alrededor de nuestro ombligo. Pasamos el rato pensando, yo, yo, yo. Esto es una causa de infelicidad muy grande porque en el fondo el yo nunca se queda satisfecho. Y esto también afecta los vínculos.
Sucede algo que nos pone triste, nos cuesta salir de nuestros comportamientos habituales. Para ello debemos tomar conciencia de que eso no nos hace bien. Segundo, dándonos cuenta de que hay caminos alternativos que nos pueden hacer mejor, traernos cosas más positivas. Si no nos damos cuenta de que el cambio es beneficioso para nosotros, nunca cambiaremos. El peso de los hábitos es demasiado fuerte.
Si uno realmente tiene ganas de cambiar algo y de que en verdad vale la pena, lo va a trabajar. Mucho que ver en qué como cuesta mucho trabajo trabajar la mente, entonces para qué hacerlo. Pero también cuesta mucho trabajo en correr el maratón, y sabes que te tienes que preparar poco a poco. Pasa lo mismo con la mente. Hay que ir trabajando poco a poco, y no esperar resolver todo de un día para el otro, porque la vida no es así.
Los roles que juegan los vínculos en este camino hacia la felicidad son muy importantes y por eso, hay que dedicarle tiempo. Los vínculos cercanos son los del corazón a corazón, y esos son los que nos llenan. Hay que marcar una diferencia entre tener conocidos y cultivar los vínculos de corazón a corazón, porque esos son los que te acompañan, los que te enriquecen, los que te hacen crecer como persona. Podemos despegarnos de los que no nos haces bien, como los que conllevan mandatos familiares rígidos. Lo importante es tomar conciencia de que no son nuestros, sino que son creencias de la familia, que tomamos como propias y no lo son. Debemos identificar que es de la familia y que es mío, qué queremos continuar y que no. Identificar y elegir que buscamos para nuestra vida, que queremos. Hay que dejar de lado la opinión ajena y ser capaces de superar la buena opinión de los demás. Es cultivar nuestro interior para darnos cuenta de que no necesitábamos de los demás nos valoren o nos aprueben.
Tampoco hay recetas mágicas. Por un lado, la insatisfacción está ligada a estar involucrados en el deseo continuo. Un deseo viene, y lo consignamos o no, no sirve para nada, porque siempre queremos más. Hay que tomar lo decidió como motor, pero no como un fin en sí mismo. La autoestima tiene que ver con identificar cuál es nuestra esencia y dejar de lado lo superficial y los modelos que la sociedad nos quiere imponer. Yo tengo mis propios modelos y soy valioso para quien soy. Al ser la persona que soy, soy único e irrepetible, y esto de por sí es maravilloso.
perfectamente. Se requiere voluntad, cierta disciplina, dedicación y ganas.
Todo añoramos ser felices, de eso no hay duda. Pero, ¿estamos dando lo mejor de nosotros para lograrlo?. Muchas veces la envidia o el resentimiento nos conduce a caminos equivocados que nos alejan de aquello que deseamos con toda nuestra alma.
El dolor es innato al ser humano, es parte de nuestro cuerpo. Simplemente por tener una mente, también hay tristeza, hay vuelos que hacer, hay momentos que estamos bajos de moral, es normal. Pero de ahí a sufrir, somos nosotros los que podemos marcar la diferencia. El sufrimiento no es innato al ser humano, y eso se aprende manejando la mente. Es un trabajo que tenemos que hacer y podemos hacer.
Ser felices con siete claves, no se puede. Nos viene mucho de los Estados Unidos, que te venden un cursillo de fin de semana, la ley de atracción, isla con eso has arreglado toda tu vida y ya es perfecta para siempre. Es un bonito sueño, pero no es real. Las cosas que valen la pena hay que trabajarlas y demandan un esfuerzo. Lo que viene tan fácil se va igual de fácil. Lo que uno trabaja con esfuerzo se queda para siempre. Al final es lo que vale la pena.
La felicidad es algo con el que debemos trabajar siempre. Es verdad que hay cosas que cada vez te cuestan un poco menos las charlas. Es como que va dando pasos, y una vez que liga de segundo grado, ya no vuelves al primero. Pero de ahí a decir se alivie a este nivel, entonces ya puedo echarme a dormir porque todo es perfecto, no es así, porque la vida nos sigue trayendo sorpresas, retos, y hacer frente a ello requiere esfuerzo, y requiere seguir trabajando a nuestro bienestar.
Lo natural en el ser humano es ser negativos. Vamos hacia la negatividad naturalmente, no porque queramos. Pero para pasar al optimismo y a la positividad, hace falta trabajar la mente. No es automático. Cuando éramos homínidos, el cerebro tenía ese sesgo negativo para sobrevivir, detectar las amenazas posibles para poder defenderse. Pero lo que ha ocurrido es que hemos ido evolucionando. Seguimos teniendo ese sesgo negativo, por lo que lo más natural es ser infeliz, ser feliz es el trabajo. Sin embargo, todo tenemos el deseo de ser feliz, sólo que en la marcha puede tomar caminos equivocados.
Por ejemplo, la envidia, envidiando mucho a lo que les va mejor que nosotros, según nos parece. No nos damos cuenta que esto nos trae mucho sufrimiento, porque no vamos a hacerle nada al otro, no podemos, no le vamos a aguar la fiesta, pero nosotros no generamos una cantidad de energía negativa terrible. El egocentrismo es otro, creer que el mundo gira alrededor de nuestro ombligo. Pasamos el rato pensando, yo, yo, yo. Esto es una causa de infelicidad muy grande porque en el fondo el yo nunca se queda satisfecho. Y esto también afecta los vínculos.
Sucede algo que nos pone triste, nos cuesta salir de nuestros comportamientos habituales. Para ello debemos tomar conciencia de que eso no nos hace bien. Segundo, dándonos cuenta de que hay caminos alternativos que nos pueden hacer mejor, traernos cosas más positivas. Si no nos damos cuenta de que el cambio es beneficioso para nosotros, nunca cambiaremos. El peso de los hábitos es demasiado fuerte.
Si uno realmente tiene ganas de cambiar algo y de que en verdad vale la pena, lo va a trabajar. Mucho que ver en qué como cuesta mucho trabajo trabajar la mente, entonces para qué hacerlo. Pero también cuesta mucho trabajo en correr el maratón, y sabes que te tienes que preparar poco a poco. Pasa lo mismo con la mente. Hay que ir trabajando poco a poco, y no esperar resolver todo de un día para el otro, porque la vida no es así.
Los roles que juegan los vínculos en este camino hacia la felicidad son muy importantes y por eso, hay que dedicarle tiempo. Los vínculos cercanos son los del corazón a corazón, y esos son los que nos llenan. Hay que marcar una diferencia entre tener conocidos y cultivar los vínculos de corazón a corazón, porque esos son los que te acompañan, los que te enriquecen, los que te hacen crecer como persona. Podemos despegarnos de los que no nos haces bien, como los que conllevan mandatos familiares rígidos. Lo importante es tomar conciencia de que no son nuestros, sino que son creencias de la familia, que tomamos como propias y no lo son. Debemos identificar que es de la familia y que es mío, qué queremos continuar y que no. Identificar y elegir que buscamos para nuestra vida, que queremos. Hay que dejar de lado la opinión ajena y ser capaces de superar la buena opinión de los demás. Es cultivar nuestro interior para darnos cuenta de que no necesitábamos de los demás nos valoren o nos aprueben.
Tampoco hay recetas mágicas. Por un lado, la insatisfacción está ligada a estar involucrados en el deseo continuo. Un deseo viene, y lo consignamos o no, no sirve para nada, porque siempre queremos más. Hay que tomar lo decidió como motor, pero no como un fin en sí mismo. La autoestima tiene que ver con identificar cuál es nuestra esencia y dejar de lado lo superficial y los modelos que la sociedad nos quiere imponer. Yo tengo mis propios modelos y soy valioso para quien soy. Al ser la persona que soy, soy único e irrepetible, y esto de por sí es maravilloso.
perfectamente. Se requiere voluntad, cierta disciplina, dedicación y ganas.
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