domingo, 22 de enero de 2012

Anecdota motivadora: Hay que luchar sin importar lo difícil o imposible que parezca.


“Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de asesinato. El culpable era una persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se procuró hacer una conspiración para encubrirlo.
El pobre hombre, inocente, fue llevado a juicio y comprendió que tendría escasas oportunidades de escapar a la horca. El juez, aunque también era cómplice de esta injusticia, se cuidó de mantener todas las apariencias de un juicio justo. Por eso le dijo al acusado: “Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu suerte en manos de Dios: escribiré en dos papeles separados las palabras ‘culpable’ e ‘inocente’. Tú escogerás, y será la Providencia la que decida tu destino”.
Por supuesto, el perverso funcionario había separado dos papeles con la misma leyenda: “Culpable”. La víctima, aun sin conocer los detalles, se dio cuenta de que el sistema era una trampa. Cuando el juez lo conminó a tomar uno de los papeles, el hombre respiró profundamente y permaneció en silencio unos segundos con los ojos cerrados. Cuando comenzaban ya a impacientarse, el hombre abrió los ojos y tomó uno de los papeles, se lo metió a la boca y lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon.
- Pero, ¿Qué has hecho? ¿Ahora cómo vamos a saber el veredicto ?


- Es muy sencillo -replicó el hombre- . Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué.”


Y no les quedo más remedio que liberar al acusado…

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