El término “Cultura de Paz”, empleado en la declaración del Congreso de Yamoussoukro, fue
aportada por el sacerdote peruano Felipe Mac Gregor (UNESCO, 2005) quien conducía en el
Perú la Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, adscrita al Ministerio de
Educación.
Así lo recuerda también, David Adams, Director del Año Internacional de la Paz, por la UNESCO.
“Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la
frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor
había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de
educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones
completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en
esas reuniones”. (Adams, 2003).
El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura
de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo
moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y
cultural.
Haciéndose eco de la discusión internacional de entonces, el libro identifica la violencia
estructural, la injusticia, como una forma de violencia que se produce “cuando la estructura social
quita o dificulta la realización de las posibilidades corporales e intelectuales, morales y religiosas
de la persona o del grupo de personas” (Mac Gregor, 1989).
Las referencias a la violencia estructural y la necesidad de superarla a través de la justicia fue
motivo de enconada controversia en momentos en que el país sufría el conflicto armado. Por un
lado, ciertos sectores consideraban que la Cultura de Paz no era sino una forma de “sosegar al
pueblo”, mientras que otros consideraban que la denuncia en el libro de la violencia estructural le
hacía el juego al terrorismo. Esto a pesar del claro repudio que el padre Mac Gregor hacía de
Sendero Luminoso y la revolución violenta.
El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco
En la década de los noventa la UNESCO lleva a la práctica el concepto de Cultura de Paz,
estableciendo en 1992 un “Programa de Acción en Cultura de Paz” y proyectos nacionales de
Cultura de Paz en Centroamérica y África para contribuir a la vigilancia y construcción de la paz.
En 1994 la UNESCO realiza en el Salvador el “I Foro Internacional de Cultura de Paz”, y ese
mismo año se celebra la 40 Conferencia de Educación que encara el tema de la educación para la
Paz. En 1995 la Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en
su Estrategia de Medio Término 1996-2001. En ella la Cultura de Paz emerge como una
respuesta a la Cultura de Guerra y hace una definición más completa del concepto:
“En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En
cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el
reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse
como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que,
inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus
derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión
a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los
pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996).
En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la
Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45.
La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas
En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz,
impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera
introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus
organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones
unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción
pacífica luego de los conflictos armados.
“Una verdadera Cultura de Paz, basada en respeto mutuo y el intercambio creativos... es el
corazón de la gran empresa histórica que significan las Naciones Unidas” sostenía Boutros Gali,
Secretario de las Naciones Unidas, en la Conferencia sobre la Diversidad Global celebrada en
1995 en Australia.
En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción
de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional
de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y
no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos
causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero.
En 1999, la 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución
A/53/243, aprobó la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” definiendo
ocho áreas de acción vinculadas a través de un concepto coherente de Cultura de Paz y no
violencia.
La Cultura de Paz de acuerdo a la Declaración y Programa
“Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos
de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no
violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los
principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no
injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de
conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y
la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso
con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de
desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y
la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y
oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las
personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad
cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y
animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.” (Naciones Unidas,
1999).
La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra
por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la
paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999).
En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios
fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los
derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la
promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse
plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel
informativo y educativo de los medios de difusión.
La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto
de medidas para:
?Promover una Cultura de Paz por medio de la educación.
?Promover el desarrollo económico y social sostenible.
?Promover el respeto de todos los derechos humanos.
?Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.
?Promover la participación democrática.
?Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.
?Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y
conocimientos.
?Promover la paz y la seguridad internacional.
El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios
que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz
y a la ampliación del concepto de paz.
La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor:
“Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para
su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy
día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente
así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de
los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces,
alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso
dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre
individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el
planeta” (UNESCO, 1995).
Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams
(2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los
80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la
membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un
análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y
en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una
agenda concreta por consolidar la paz .
Ejes de Acción para Construir Culturas de Paz
Construir una Cultura de Paz consiste, entonces, en afirmar en nuestras culturas todos aquellos
valores, actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia y que permite resolver a favor
de la paz las tensiones que enfrenta esta convivencia y que se señalan en las siguientes
columnas
COMPETENCIA COOPERACIÓN
DIFERENCIA IGUALDAD
INTERÉS INDIVIDUAL COLECTIVO
INEQUIDAD EQUIDAD
DOMINACIÓN AUTONOMÍA
El predominio de los factores de la izquierda con frecuencia llevan a la violencia, esto es a romper
la convivencia, y los de la derecha a la paz. Pero como dice Boulding, las sociedades son, más
bien, una mezcla intermedia de ambos.
Todas las sociedades se encuentran preparadas para regular las tensiones señaladas, pero en
ciertos momentos ellas llevan la convivencia social a una situación crítica, como la que vivimos
hoy en día en el mundo en que se multiplican las violencias hasta amenazar la propia
sobrevivencia de la humanidad.
Los factores de competencia, egoísmo y dominación han tenido un desarrollo constante,
mientras que los de cooperación, solidaridad y autonomía parecen haberse atrofiado,
favoreciendo el riesgo de ruptura de la convivencia y violencia. Es fácil ver este enorme
desbalance, por ejemplo, en la propia crisis económica que sacude hoy al mundo, en los
problemas del cambio climático y el incesante “progreso” de los medios de guerra, en contraste
con los más bien modestos avances de la responsabilidad empresarial, las políticas de combate a
la pobreza, el cuidado del ambiente o las técnicas de negociación cooperativa. Mientras los
medios para comunicar a las personas se han incrementado con el uso de la Internet o los
teléfonos móviles, la comunicación interpersonal, por ejemplo, entre padres e hijos, sigue siendo
limitada y apenas asoman descubrimientos como el uso de la inteligencia emocional.
En este contexto, la propuesta de trabajar por una Cultura de Paz constituye una poderosa
herramienta para corregir esos desbalances y contribuir así a una convivencia fuertemente
orientada a la construcción de la paz.
Para ello, necesitamos identificar lo más precisamente posible cuales son las cosas que tenemos
que hacer para fortalecer en nuestras culturas los aspectos más favorables para la paz. La
Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas, nos orienta en ese sentido.
La Declaración y Programa de las Naciones Unidas y otros documentos de las Naciones nos
permiten elaborar una lista ampliada de los temas relacionados a la Cultura de Paz:
- La convivencia humana y la formación ética.
- La práctica de la democracia y de una ciudadanía democrática.
- El respeto pleno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
- La igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.
- El fortalecimiento del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.
- El manejo cooperativo y pacífico de los conflictos y la construcción de consensos.
- El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.
- El respeto a la naturaleza y el compromiso con un desarrollo sustentable.
- El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política
de los Estados.
- El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e
información.
- La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación,
pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad
y entre las naciones.
- La construcción de un entorno nacional e internacional que favorezca a la Paz
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